Mi perro, mi terapeuta


Cada vez son más las personas que confían en la utilidad de las terapias asistidas con animales. Los niños son los más beneficiados ya que crean vínculos más profundos con ellos.

          Karina tiene 16 años y  padece psicosis, una enfermedad mental que mantiene alienado al sujeto que lo padece. No hablaba y se alejaba de los médicos y psicólogos que intentaban ayudarla, hasta que apareció Delfina, una perra Labrador Retriever que le cambió la vida. Cada vez que Karina intentaba aislarse, le llenaba la cara de lengüetazos y la hacía caminar junto a ella. Así, de a poco, la joven comenzó a hablarle despacito y pudo volverse más comunicativa y mejorar los resultados de su tratamiento.
          El caso de esta adolescente no es el único. Hace muchos años que se comprueba cómo las terapias asistidas con animales, en especial con perros, producen extraordinarios resultados que ayudan notablemente a mejorar a los pacientes con discapacidades mentales o motrices. La zooterapia es una metodología que involucra a los animales en la prevención y el tratamiento de patologías humanas tanto físicas como psíquicas. Es una técnica psico-educativa con la que se complementa a la medicina y a la psicología y tiene resultados más eficaces con niños.
          Según el médico veterinario recibido en la Universidad de La Plata, Baltasar Nuozzi, la terapia con animales brinda una extensa lista de beneficios. Entre ellos se puede mencionar que los pacientes forman una relación más fuerte y confiable con los animales que la que establecerían con un humano, mejoran su comunicación y, lo más importante, incrementan su seguridad al no recibir calificaciones ni juicios de valor, ya que los animales los aceptan tal y como son.
          Si bien la medicina no reconoce que los perros tengan un poder curativo, considera que los efectos que producen son positivos. El médico veterinario chileno, Patrio Retamal, explicó que este fenómeno se da gracias al sistema nervioso central y, específicamente, el sistema límbico del cerebro, el cual se encarga de regular el componente emocional de la conducta humana. Los animales, que interactúan de forma directa con los hombres, inducen la liberación de endorfinas, lo que genera una sensación de tranquilidad que gratifica el proceso mental.
          Una de las enfermedades más beneficiadas por la zooterapia es el autismo que, según la Asociación Marplatense de Padres de Autistas, se caracteriza por la presencia de graves alteraciones en la comunicación y en la imaginación, en las relaciones interpersonales y en la conducta. Con frecuencia aparece asociado al retraso mental y a otros trastornos del desarrollo. En el mundo se estima que uno de cada 150 niños tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA), dentro de los cuales se incluyen el autismo, el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
          Una institución internacional pionera en la zooterapia es la Fundación Bocalán de España, dedicada a la formación de profesionales caninos y al desarrollo de programas dedicados a la integración de personas con discapacidades a través del perro de asistencia y la terapia asistida con animales. Su director, Teodoro Mariscal, abrió sedes en Argentina, Chile, Estados Unidos, Colombia, Filipinas, Japón, Perú, Portugal, Venezuela, Costa Rica y Guatemala. La fundación entrena y dona perros sin costo a personas que los soliciten. Los gastos son solventados gracias a personas o entidades que donan los recursos y hacen posible que gente con discapacidades pueda tener su perro como herramienta de apoyo. En Argentina es la psicomotricista Margarita Ziade quien dirige el proyecto de la fundación.
          Es importante elegir correctamente el canino que luego será entrenado para trabajar como herramienta terapéutica. “Las razas más utilizadas para este tipo de trabajo son los Labradores y los Golden Retriever”, asegura Mariscal y explica que por sus infinitas ganas de jugar se facilita el entrenamiento y se consiguen mejores resultados con los pacientes.
          Florencia Villar Aldao, criadora de Labradores Retriever que donó, en varias ocasiones, mascotas de asistencia, indica que es fundamental que el perro que se elige sea equilibrado, es decir, estable, sin agresividad y fácil de adiestrar. “Hay que ser cuidadosos en su educación para que llegue a ser un buen perro de trabajo y que pueda convivir con niños”.
          Generalmente, para seleccionar el perro adecuado, se realiza una evaluación llamada Test de Campbell, nombrada así gracias a su creador William Campbell, especialista norteamericano en conducta canina. La evaluación sirve para determinar la tendencia general innata del carácter de un cachorro y debe realizarse sobre las 7 u 8 semanas de vida del mismo. Los aspectos que se tienen en cuenta son la atracción social, la obligación, la dominación social y la dignidad del perro. En base a distintas etapas de pruebas se determina el posible carácter del animal y a qué grupo social podría servirle.
          Una vez que se conoce el perro con el cual se va a trabajar comienza el entrenamiento. Cada entrenador tiene distintos métodos para poder trabajar, todos ellos son muy serios y, básicamente, tienen el mismo objetivo. Ziade manifiesta que lo más importante es que el perro aprenda a responder de forma positiva ante cualquier estímulo o señal. Por otro lado, también se les enseña trucos como dar la pata, rodar y sentarse con las manos delanteras en el aire, entre otros. “A los perros designados para chicos con problemas de aprendizaje se les suelen leer cuentos. Por más que, lógicamente, no entiendan lo que se les narra, sirve para que aprendan a permanecer sentados, quietos y atentos, y que el niño perciba interés por parte de su mascota para que lo estimule a querer prestar atención”, agrega.
          En Argentina recién en el 2003 se revalorizó la terapia con animales, luego de que se realizara el primer Congreso de Zooterapia Los animales: su impacto en la Salud, en la sala Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Allí se conoció la verdadera cantidad de personas que trabajaban en esta actividad y se trataron temas de utilidad e interés tanto para quienes recién empezaban a incursionar en el tema, como para los que ya tenían más experiencia. “Fue muy productivo porque se comenzó a ver que los beneficios de la terapia animal son reales y tienen un gran impactó”, opinó Villar Aldao.
          Desde hace más de quince años que el Zoológico de Buenos Aires creó Cuidar – Cuidando, un dispositivo de reinserción social que se propone favorecer no sólo una recuperación clínico-psiquiátrica sino, también, cambios en el modo que tienen de relacionarse los niños y jóvenes que participan. El objetivo es que los menores, derivados del Hospital de Centros de Salud y Hospitales de Día de la ciudad de Buenos Aires y de los Centros Educativos para la Atención de Alumnos con Trastornos Emocionales Severos (CENTES), concurran cuatro veces a la semana y aprendan un oficio que les permita distenderse y, al mismo tiempo, casi sin darse cuenta, realizar tratamientos de zooterapia.
          La terapia asistida con animales no es una ciencia exacta y aún le falta mucho camino para recorrer y descubrir. Sin embargo, cada día tiene más impacto social y se convirtió en una herramienta muy recurrente. El “mejor amigo del hombre”, junto con los profesionales con los que trabaja, brinda esperanzas en el camino de la recuperación, y da el apoyo emocional que muchas familias y pacientes necesitan.

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