El enemigo en casa







Cada vez son más resonantes los casos de mujeres que mueren quemadas, acuchilladas o golpeadas por sus parejas o personas con un vínculo cercano a ellas. Esto se llama violencia de género, una realidad que actualmente, quizás, nadie ignora  pero pocos saben qué hacer para poder combatirlo.
La psicoanalista especializada en estudios sobre la mujer y docente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Rosa D’alesio, aseguró que hay una gran discusión sobre la denominación que se le da a esta problemática. "Nombrarla como una cuestión de género es hablar de un tema político sobre la sexualidad, la que se determina según diversas normativas sociales preestablecidas", explicó, y agregó que por esto se lo llama también como estudio de la mujer o de diversidad sexual, e incluso feminicidio, término  que incluye los casos pasionales y la violencia doméstica, como se los solían llamar.
           La especialista explicó las causas que, en la mayoría de los casos de violencia o feminicidio, actúan como disparadores del crimen: "Las relaciones afectivas se construyen dentro de un tipo de organización donde el patriarcado es lo que prima, porque la figura del hombre es la destacada en la relación, y eso es un hecho que no tiene vínculo con lo cultural ni la actualidad, sino que viene desde hace años, y marca una superioridad del hombre en relación a la mujer". Destacó, además, que la independencia y la libertad que las mujeres fueron ganando en estos últimos 70 años hicieron que los hombres no reaccionaran de esta manera en respuesta a la sensación de ser invadidos, y la negativa a aceptar cambios para conservar sus derechos y privilegios por sobre los de "sus" mujeres, a quienes les provocan daños, o incluso la muerte,  cuando creen que no respetan su lugar.
           D’alesio hizo referencia a Esclavas del poder, un libro de investigación sobre la trata de personas, de la periodista mexicana Lydia Cacho. En él, su autora describe situaciones sobre varios prostíbulos que visitó, donde trabajaban mujeres secuestradas para ejercer esta actividad. Cacho entrevistó a un turista norteamericano que declaró que los motivos por los cuales consumía prostitución eran porque una mujer por la cual se paga para mantener relaciones sexuales, no dice qué quiere ni qué le gusta, sino que simplemente está para servirlo. "Esto es un tema profundo porque los hombres están educados, en su mayoría, para ser dominantes y piensan que la masculinidad pasa por el poder, la autoridad y la dominación, y cuando se crea el poder de igualdad entre ambos sexos, algunos reaccionan de forma violenta, como si fuera su 'mecanismo de defensa'".
                       Sin embargo, según D’alesio, hay un cambio social dado por los movimientos que las mismas mujeres crean y llevan adelante, y tienen cuestiones interesantes y progresivas como La Casa del Encuentro, una organización que hace un relevamiento del feminicidio que no hacía antes el Estado. También menciona que hubo un importante avance en la lucha de todas las mujeres por obtener derechos e igualdad.
           Un ejemplo clave es La Marcha de las Putas, que se comenzó a organizar en varias partes del mundo, luego de que un policía en una conferencia que realizó en Canadá, expresara que la culpa de que las mujeres sufran violaciones y abusos era por la ropa que usaban. Esto disparó un debate muy fuerte, y varios grupos decidieron mostrar su indignación mediante esta huelga, inclusive en Argentina. "Esta es una acción interesante ya que muestra que el problema del machismo y la opresión de la mujer también se da en países desarrollados. Sí uno toma las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, se reconoce que el principal causal de muerte de mujeres entre 16 y 44 años, es la violencia ejercida por los hombres contra ellas", detalló la especialista.
           Además, D’alesio contó: "La maté porque era mía es la frase que se popularizó este último tiempo, y que deja en evidencia un punto importante que expresa la profundidad de los hechos, los cuales se dan por la formas de pensar y sentir las relaciones que se encarnan y reproducen en lo profundo de los sentimientos de los humanos, y posiciona a la otra persona como un objeto que les pertenece".
           Es complicado marcar patrones rígidos, aunque se pueden trazar coordenadas generales y sociales para analizar y estudiar los casos particulares. "Es difícil determinar si una persona volvería a cometer un asesinato, pero alguien que tiene incorporada esa naturalización sobre la forma en la que deben ser los vínculos, y no puede aceptar que alguien piensa o quiere una cosa distinta, es poco probable que cambie", remató la docente.

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