A comienzos de 1852 el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, puso fin a la hegemonía del período impuesto por Juan Manuel de Rosas tras derrotarlo en la Batalla de Caseros. Urquiza consiguió reunir la adhesión de un grupo de caudillos provinciales y los convocó a un Congreso General Constituyente para tratar de ordenar institucionalmente el país. Un año después se logró sancionar la Constitución.
Argentina inició un proceso de cambios económicos y sociales. Se fundó una clase proletaria gracias a la fuerza y la persecución a gauchos y pequeños propietarios rurales que se convirtieron en peones asalariados de estancias. La tierra pública se entregó en enormes extensiones sin que existiera un fundamento cierto. Se vendieron grandes latifundios para paliar el déficit fiscal. Hubo casos en las que se entregaban, sin retribución económica, a amigos del poder.
Por otro lado, la ganadería se convirtió en una gran fuente de ingresos. La lana paso a ser la principal importación y sustituyó, de a poco, a la ganadería vacuna, la cual fue desplazada y obligó a estancieros a trasladarse a campos más pequeños. Fue ahí, en 1866 cuando se fundó la Sociedad Rural Argentina. Este cambio produjo una gran modernización en los campos.
Como consecuencia surgió el ferrocarril, un medio de trasporte más rápido y eficaz que permitió un avance significativo, cuya extensión colaboró con la unificación del país. También el incipiente desarrollo de los primeros buques frigoríficos amplió las perspectivas. Estos medios sirvieron para mejorar las condiciones económicas de comercialización. Además, con el adelanto del ferrocarril, el puerto de Buenos Aires adquirió la llave de ingresos por impuestos como sustento económico del gobierno central.
Todas estas modificaciones no estructurales, pero sí de enormes ventajas económicas, se concentraron en la influencia y aporte del capital del colonialismo inglés en connivencia con la oligarquía vernácula. Se dejó de lado los verdaderos intereses nacionales y su soberanía y predominó la entrega de las riquezas del país. Al mismo tiempo, se excluyó del sistema a gente que no integraba el grupo de grandes propietarios, quienes debieron responder a los grandes intereses de la clase gobernante.
Luego de finalizado el mandato de Domingo Faustino Sarmiento en 1874, se comenzó a plantear la sucesión presidencial. Como posibles candidatos estaban Adolfo Alsina por el Partido Autonomista y Bartolomé Mitre por el Partido Nacional. Sin embargo, por los intentos de Julio Argentino Roca de dividirlos, ambos partidos se unificaron y crearon el Partido Autonomista Nacional (PAN), que reunía a las oligarquías nacionales.
En ese mismo año Roca, quien desde muy joven tuvo una carrera militar brillante y participó en grandes batallas como la de Cepeda, Pavón y en la guerra contra el Paraguay, fue ascendido como Coronel Mayor gracias al mérito obtenido por su excelente desempeño. Luego del fallecimiento de Adolfo Alsina, ocupó el lugar de ministro de Guerra y empezó a organizar la “Campaña del Desierto”. La idea era desterrar a los indios de sus tierras en el sur del país. Para poder llevar a cabo este plan, persuadió a la opinión pública y al Congreso para que se aprobara una ley que otorgaba los medios necesarios para poder concretarlo. Así fue que se sancionó la Ley N° 947 que destinó 1.700.000 pesos a la causa.
Según el Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino, más de 14.000 nativos murieron o fueron tomados prisioneros y trasladados a Buenos Aires. A las mujeres se les impuso la servidumbre, los niños debían trabajar y la mayoría de los hombres fueron enviados a la isla Martín García. Fueron “recuperadas” 41.7000.000 hectáreas. De ellas, 65.000 quedaron en manos de Roca. El resto fueron repartidas entre 1.843 personas fieles al coronel y a una elite de hacendados. Todo esto fue posible, también, debido a la incorporación del telégrafo y de los fusiles Remington.
Gracias a la enorme popularidad que ganó por los resultados de la campaña del desierto, Roca fue elegido presidente de la Nación en 1880. Gobernó hasta 1886 y luego ocupó el lugar de Senador por la Capital Federal, Ministro del Interior de Pellegrini y Senador por Tucumán. En 1898 volvió a ser elegido presidente de la Nación hasta 1904. Contó con la complicidad de una clase política que lo acompañó con su apoyo como Nicolás Avellaneda, su concuñado Juárez Celman, Carlos Pellegrini, la liga de gobernadores y la clase oligárquica y terrateniente del país. Falleció en 1914 a sus 71 años.
La propiedad de la tierra fue el ejemplo de progreso económico más notorio. Se terminó de consolidar a un sector terrateniente que estaba ligado al exterior y a la explotación agrícola-ganadera. El país se convirtió en una colonia británica. Roca era el personero de los intereses ingleses. Todos esos años constituyeron un proceso que llevó a la Argentina a una nueva etapa de modernidad, que se vio reflejada con movimientos populares en proceso de organización y desembocó en las primeras elecciones ejecutadas bajo la Ley Sáenz Peña en 1912 en Santa Fe y, posteriormente, las elecciones presidenciales de 1916.
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